Ustedes son una raza elegida

“Ustedes son una raza elegida, un reino de sacerdotes, una nación consagrada, un pueblo que Dios eligió…” (1 Pedro 2:9)

Raza, reino, nación, pueblo…….somos una comunidad; somos Iglesia. La palabra iglesia quiere decir asamblea. Pedro sigue diciendo: “Ustedes son piedras vivas con las que se construye el Templo espiritual.” Nosotros somos las piedras vivas, escogidas y elaboradas, unidas para formar un solo edificio hermoso construido sobre la piedra base, que es Jesús.

Pero, la Iglesia no es un edificio acabado, una comunidad ya hecha, perfecta, encerrada. La Iglesia siempre está en desarrollo, siempre creciendo, siempre adaptándose al mundo en que existe, siempre anunciando la Buena Nueva de Jesús resucitado en formas nuevas, adaptadas a las circunstancias presentes, siempre invitando y recibiendo a nuevos miembros. La Iglesia es misionera; es “un pueblo que Dios eligió para que fuera suyo y proclamara sus maravillas.”

La Iglesia es una comunidad que reza y celebra. “Ustedes son piedras vivas con las que se construye el Templo espiritual destinado al culto perfecto, en el que por Cristo Jesús se ofrecen sacrificios espirituales y agradables a Dios.”

No basta rezar y leer la Biblia en privado. Somos “un reino de sacerdotes,” dice Pedro. Estamos llamados a celebrar juntos con nuestra comunidad parroquial la Eucaristía y los demás Sacramentos, y unidos escuchar y reflexionar sobre la Palabra de Dios.

La Iglesia es también una comunidad servicial; fue fundada para servir al mundo y promover el Reino de Dios en la tierra. Jesús, en la última cena, dio el ejemplo de servicio cuando lavó los pies de sus discípulos. “Yo les he dado un ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo que yo les he hecho.”  (Jn 13:15)

Según el libro de los Hechos de los Apóstoles (6:2-4), desde el principio la comunidad cristiana eligió a servidores, diáconos,  para atender las necesidades materiales de la comunidad, además de predicar el Evangelio y bautizar.

Después del Concilio Vaticano II, la Iglesia volvió al espíritu original, compartiendo los ministerios entre todos los miembros de la comunidad, entre miembros con órdenes sagradas y personas laicales, según sus dones y las necesidades: lectores de la Palabra, ministros de Comunión y de las personas enfermas, comentadores, catequistas, miembros del concilio parroquial y litúrgico, además de los ministros y ministras de antes, como consejeras y consejeros, los músicos y miembros del coro, catequistas,  maestras y maestros de la escuela, ujieres, etcétera.

Cada familia católica debiera pertenecer a una comunidad parroquial, frecuentar las celebraciones litúrgicas y tomar parte en las otras actividades y los ministerios de la parroquia. Es contrario al espíritu comunitario de la Iglesia vagar de una parroquia a otra, sin pertenecer a ninguna. Debemos comprometernos e inscribirnos en una parroquia y participar regularmente en las celebraciones y las otras actividades de la comunidad.

Debemos también  comprometernos a servir en nuestra parroquia, según los dones y  talentos que hemos recibido de Dios y según las necesidades de la comunidad.

Finalmente, debemos apoyar a nuestra parroquia financieramente para que pueda seguir manteniendo el personal pastoral, la directora,  maestras y maestros de la escuela,  los edificios, y proveer los servicios a la gente pobre y necesitada.

Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre si no es por mí.”  (Jn 14:6) La comunidad parroquial de San Pío V es  el Cuerpo de Cristo en este vecindario de Pilsen, y por medio de nuestra parroquia nos acercamos a Dios Padre. Si somos miembros fieles y comprometidos de nuestra parroquia, estamos en el Camino, dando testimonio a  la Verdad y viviendo la Vida que conduce a la paz y la felicidad en esta vida, y a la felicidad eterna en la vida futura.